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“Los aranceles no sólo sirven para proteger los empleos estadounidenses. Son para proteger el alma de nuestro país.”
Mensaje de Trump al Congreso
En estos momentos muy difíciles para el país debido a la imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas a Estados Unidos, la presidenta Sheinbaum dice no entender la decisión. Es relevante que no solo ella, sino todos los interlocutores de Trump comprendan la forma en que toma decisiones, negocia y se comporta el presidente del país más poderoso del mundo en términos económicos, influencia política y poder militar. Lo dicho por Trump en el Congreso puede hacer que los mexicanos y la presidenta se sientan humillados y ofendidos, pero no deben dejarse engañar.
Trump es similar a López Obrador; son personajes que se consideran víctimas y ven a su país perjudicado por el orden existente. Su misión es más moral que política, casi religiosa, por eso su predicación e intransigencia. Parten de verdades reveladas y asumen que es necesario cambiar el sistema actual, que en su imaginario es el origen del problema. Muchos consideran que sus palabras son narcisistas e impostoras, pero finalmente cederán a la razón. Un error monumental del que hay evidencia pública: en el encuentro con el presidente Zelenski de Ucrania el viernes. Trump se considera y es poderoso, tiene las cartas y está dispuesto a imponerse a cualquier costo, incluso comprometiendo alianzas, acuerdos y el liderazgo estadounidense en el mundo democrático. Cabe mencionar que carece de decencia.
Trump es profundamente antiliberal. Hay un diálogo reciente entre Ezra Klein y Fareed Zakaria en la sección de opiniones del NYT que es extraordinariamente útil para entenderlo, https://shorturl.at/j2Ket. También es revelador para comprender por qué México ha cometido errores. Al menos dos aspectos a destacar, Trump 2.0 es muy diferente a Trump 1.0; segundo, al igual que López Obrador, no se trata de corregir o reformar, sino de reemplazar. La autocracia es la fuerza que los impulsa. Los valores, reglas y principios propios de la democracia son considerados obstáculos que deben ser destruidos.
La presidenta Sheinbaum admite que se equivocó al creer que el diálogo y las concesiones mayores podrían disuadir a Trump de imponer aranceles, como enviar criminales a cárceles mexicanas o permitir que aeronaves militares sobrevolaran el territorio nacional en labores de espionaje. Nada es suficiente; su intención no es solo imponer su agenda a sus vecinos, sino castigarlos por el superávit comercial que él considera un subsidio que además perjudica a la industria estadounidense. Esta visión es esencialmente decimonónica, al igual que su expansionismo territorial anacrónico. Estados Unidos puede lograr sus objetivos militares, económicos y comerciales sin apoderarse de territorios. Por eso la afinidad de Trump y Vance con Putin; comparten la idea de que el poderoso puede imponerse sobre los demás. Como señala Fareed Zakaria, es el regreso al imperialismo del siglo XIX, cuando México perdió la mitad de su territorio.
Trump llegará tan lejos como la sociedad estadounidense se lo permita. En la actualidad, las noticias no son buenas para él. A diferencia de México, donde los mandatarios alcanzan niveles excesivos de aprobación en las primeras semanas a pesar de los malos resultados, en Estados Unidos es diferente. Según una encuesta realizada el 2 y 3 de marzo por Reuters/IPSOS, el 50% desaprueba a Trump y el 43% lo aprueba. Solo en el manejo del tema migratorio tiene aceptación. Además, la agenda de Trump ha sido frenada por jueces y a regañadientes se somete, porque la abrumadora mayoría de los estadounidenses entiende que la legalidad no puede estar por encima de una causa por importante que sea. Ya pospuso los aranceles para la industria automotriz, debido a la reacción negativa de los mercados; sería iluso cantar victoria, Trump condicionó la tregua comercial a las armadoras con su compromiso de trasladar sus unidades de producción a Estados Unidos.
El impulso autocrático en Estados Unidos probablemente sea contenido. Mientras el mundo entra en una nueva etapa, se acaba una época de hegemonía estadounidense por su supremacía ideológica y liderazgo en la causa de la libertad y la democracia. La herida de Trump al orden mundial es irreversible, representa la ruptura de una alianza que se originó al final de la Segunda Guerra Mundial. Esto no significa la caída de Estados Unidos, simplemente implica que en adelante la imposición se dará a partir del poder económico y militar. Por ahora, los demás pueden sentirse humillados y ofendidos, pero no engañados.
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