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La democracia enfrenta su mayor embestida, tanto en México como en otros lugares y desde diferentes frentes. A lo largo de la historia de México, la democracia ha estado presente en breves periodos, como durante la república restaurada, el gobierno de Madero y de 1997 a 2018. En México, no se han arraigado los valores, tradiciones y cultura asociados a la democracia, sino más bien las instituciones y reglas. La falta de una ciudadanía comprometida con las libertades y la coexistencia política, junto con élites y medios de comunicación que no defienden estos valores, ha facilitado el colapso del régimen democrático. La resistencia ha sido escasa y el tránsito hacia la autocracia se ha normalizado con complacencia e indiferencia.
La democracia se defiende, como se evidencia en Estados Unidos con la determinación de Trump. Los enemigos de la democracia a menudo se escudan en el mandato democrático para socavarla. En este sentido, tres objetivos inmediatos son la libertad de expresión, los contrapesos y la legalidad. Existen similitudes significativas entre López Obrador/Sheinbaum y Donald Trump, como el desprecio por la legalidad, los derechos humanos, la inclinación por el militarismo, la proliferación de la mentira y el enfrentamiento tanto a los medios independientes como a los jueces.
El regreso de Trump a la presidencia de Estados Unidos no tiene precedentes. A pesar de su embestida clara y poderosos aliados, la resistencia se vislumbra más fuerte que en México y se prevé que la pretensión autocrática no prosperará. La contención a Trump proviene de diversos sectores, incluyendo los mercados que actúan en base a incentivos económicos. El autoritarismo y la arbitrariedad son considerados factores de desconfianza y por ende indeseables para los negocios.
En México, la opinión pública se ve condicionada por la alineación de los medios de comunicación con el poder político. Muchos medios convencionales, así como la presencia digital del gobierno, actúan como altavoces de la presidencia, siendo en general acríticos. López Obrador responde agresivamente a sus críticos y a la cobertura independiente, manteniendo el imperio de la mentira y descalificando cualquier información u opinión contraria. La situación con los desaparecidos es un claro ejemplo de esta actitud.
En Estados Unidos, Trump está perdiendo apoyo público y enfrenta decisiones judiciales en su contra por la ilegalidad de sus acciones. A pesar de empezar con cifras favorables, su popularidad ha disminuido y la opinión negativa supera a la positiva, según indicadores recientes. Las preocupaciones principales de la opinión pública se centran en temas migratorios y fronterizos, así como en la gestión económica y la inflación.
Recientemente, se ha generado debate por el desacato de Trump a una resolución judicial que impedía la expulsión de migrantes venezolanos invocando una legislación antigua. Este acto, al igual que la entrega ilegal de criminales en México, pone en riesgo los derechos de las personas y va en contra de la legalidad. En democracia, incluso los criminales tienen derechos que deben ser respetados.
En México, el debate se enfoca en cuestiones comerciales, mientras que en la Unión Europea y Reino Unido se percibe con mayor claridad la amenaza que Trump representa para la democracia y el orden mundial. Estados Unidos, con Trump, se ha vuelto contra sí mismo, su historia y su reputación, aunque es alentador ver la resistencia interna contra estas acciones.
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