Cantando boleros, Pedro Infante no es “el muchacho feliz”

—Sí, así era. Y ésa era la manera en que conocíamos las canciones de Pedro Infante. A veces mi prima me las cantaba y yo las aprendía. Pero yo no conocía su cara, ni me imaginaba cómo sería en persona. Sólo sabía que cantaba muy bonito y que había hecho muchas películas. Pero al saber que se había muerto, me dio mucha tristeza. Por eso lloré.

Este testimonio, aunque simple y anecdótico, revela la manera en que una figura pública, un ídolo, un mito, se puede colar en la vida de una adolescente de una comunidad rural, de una época de difícil acceso a la información y a los medios de comunicación, y generar una conexión emocional tan fuerte que la noticia de su muerte provoque un sentimiento de pérdida, de tristeza, incluso sin haber tenido contacto directo con él. Pedro Infante, el muchacho alegre, se convirtió en un símbolo de la alegría, la música y el cine mexicano, trascendiendo barreras geográficas y sociales para convertirse en un mito que sigue vivo en la memoria colectiva de México.

—¡Ese, el de sal de uvas!, por eso me las sabía. La verdad no me acuerdo, pero sí lo conocía. Y pues me gustaba, ¡era mi ídolo!, como dirían las muchachas ahora; pero qué tonta yo de chamaca.

—Pero, ¿por qué, qué tiene?

—Y ahora que me acuerdo, llegaban a Playas del Rosario los húngaros, esos que traían el cine en camionetas de redilas.

—Tal vez viste alguna de sus películas, o si las anunciaban, cuando menos algún cartel con su foto. Y es probable que vieras sus retratos en los periódicos viejos, pues cuando tú fuiste niña y adolescente él era ya muy famoso. No está mal: periódicos aunque atrasados, las canciones en la radio vecina de tu prima, el Cancionero Picot y a lo mejor alguna película o cartel que viste con los húngaros; y en una de esas oías a personas que iban a la ciudad, habían ido al cine y lo platicaban, siempre hay alguien así.

—Pues a lo mejor así fue.

—¿Y ahora qué sientes, después de tantos años, después que pudiste ver todo lo que quisiste de él por la televisión y ahora en el internet?

—Pues qué triste que se haya muerto tan joven. Y siempre que hay una película y la puedo ver lo hago. Y por las mañanas, o cuando estamos comiendo, le pido a Alexa que ponga canciones de Pedro Infante, las que más me gustan “Amorcito corazón”, “Alma”, “Cien años”…; o nada más le digo, “Alexa, pon a Pedro Infante”, y me puedo pasar así horas si quiero; pero claro, me gusta escuchar otras cantantes también, aunque como él, no.

LEAR  ¿Cuál fue la causa de la muerte de Angélica Infante? La nieta de Pedro Infante que se dedicó al rock mexicano.

—¿Y te parece guapo todavía?

—Uy sí, además de cómo canta, me gustan muchos de sus gestos; pero ni digo, no vaya a pasar que me escuche tu papá y se ponga celoso.

—¡¿Qué?!, Jajajajajaja, bueno. Gracias por tu memoria, madre.

Tal vez sea cierto lo que comenta una usuaria del youtube: “La mayoría de las mujeres mexicanas amamos a Pedro Infante sin haberlo conocido”. Y también quizá lo sea el que los hombres, si bien lo celaban, querían ser al menos un poco como él. Pero también hay otras posibilidades, Careaga, citando a Emilio García Riera y Jorge Ayala Blanco, plantea los juegos y los “resortes” de la homosexualidad desarrollados en películas como El gavilán pollero, A toda máquina, Dos tipos de cuidado o Pablo y Carolina.

III. El bolero

Escribe Carlos Monsiváis: “‘Yo tenía un chorro de voz’. ‘A Fines de 1943 –refirió Infante–, don Guillermo Kornhauser me ofreció contrato para grabar en discos Peerless aún a sabiendas de que en otra compañía disquera decían que yo era un fracaso [el cantante se refiere a sus primeras canciones grabadas para RCA en 1942: “Guajirita” y “Te estoy queriendo”, desechadas por la compañía “por falta de calidad”; en realidad, son muy buenas grabaciones]. No me hicieron prueba, ni platicamos mucho. A los pocos días firmé contrato y exactamente el 5 de noviembre de 1943, grabé mi primer disco acompañado de una orquesta no muy grande, pero con la que me acomodé muy bien’”. Y agrega Monsiváis: “Infante canta boleros, blues, corridos, redovas, huapangos, serenatas, guarachas, canciones infantiles, plegarias, piezas costeñas, cha-cha-chás, canciones rancheras, boleros rancheros” (“¡Quién fuera Pedro Infante!”. Rev. Sonar, No. 58, 16 de enero de 1992; al parecer es una re-publicación de un artículo aparecido en los 80’s); hay que agregar a la lista los buenos valses como “Mañana” y “Viva mi desgracia” o el canto de las mañanitas y sus variantes de festejo para todos tan arraigado en México; y pues que cada quien elija y combine al infante cantor que quiera.

Muy a pesar de lo dicho por el “ajonjolí de todos los moles de la crónica” y lo establecido por Careaga como la tercera forma de encarnación del mito cinematográfico de Infante en las canciones de José Alfredo, yo hablaré del bolero y, cuando mucho, de una o dos piezas del bolero ranchero.

LEAR  Galilea Montijo cantando en coreano ‘Gangnam Style’ como Cacahuate Enchilado en ¿Quién es la Máscara? 2024Reescribe el título en español: Galilea Montijo interpretando 'Gangnam Style' en coreano como Cacahuate Enchilado en ¿Quién es la Máscara? 2024.

Ese ritmo, esa métrica con predominancia del 4/4, el piano (más clásico), el bajo, algunas cuerdas, la guitarra y la percusión con el añadido melódico de las flautas y suaves sordinas con letras íntimas, se ha convertido con el tiempo (porque continúa vigente) en el género popular con más resonancia generalizada en el continente latinoamericano. En todos sus países existe el estilo y México ha sido un gran productor de bellos boleros. Y tengo para mí, que no hay mejor intérprete de ellos en México que Pedro Infante, en particular aquellos cantados en y/o para las películas antes que sus versiones de estudio.

Y aunque el epígrafe “¡Aaah, jajaaay trompudas, si me muero, ¿quién las besa?! ¡Mummumuch!”, proviene de la canción ranchera “El muchacho alegre”, de Domingo Velarde Ozuna, muy ligada a Pedro Infante, el estilo franco, inelegante la mayoría de las veces, gritado incluso de ese subgénero, ha tenido muchos intérpretes sobresalientes; las canciones medio tropicales de tipo urbano de aspiración cómica adolecen de un afán de simpatía forzado; las interpretaciones infantiles son poco climáticas,… Esos estilos en la voz de Infante me llevan a ponderar más bien sus interpretaciones singulares y difícilmente superables del bolero: la belleza de la voz que acaricia, la suavidad, la tersura, el llanto dentro del fraseo ligado (“legato”), el decir/tejer las palabras, la dicción impecable, los versos dentro de un canto sostenido pero marcado por los matices piano-forte y dentro de la homogeneidad de la voz, la buena afinación desde los primeros registros en 1942, la musicalidad aprendida y la innata, lo hacen incomparable. Y si a ello se suma el contexto de la historia o el drama de la película en que cante esos boleros, todas esas virtudes potencializan su expresión.

Cantando boleros, Pedro Infante deja de ser “el muchacho alegre” y se convierte en un ser ya sea enamorado o que enamora, o doliente, desgarrado por el dolor. Hay una vulnerabilidad que se desprende de la máscara ranchera y vuelve más íntimo, más humano al ser que Pedro Infante da voz (siempre hay excepciones en el ranchero, José Alfredo o Cuco Sánchez, por mencionar dos). Y eso será suficiente por ahora para no hablar de la biografía, el origen pueblerino, el talento inicial, la carrera particularizada en el cine, la radio, la revista musical, las más de 60 películas y más de 350 canciones realizadas, las giras, los amores oficiales y no oficiales, los accidentes y la tragedia del mito cinematográfico mexicano. Veamos/escuchemos algunos esos los boleros en el contexto de las películas, excepto uno, en que fueron interpretados. El orden ha sido muy difícil de establecer, más bien cada persona debe elaborar su propio listado; los comentarios a estos boleros de película bien podrían hacerse más adelante.

LEAR  Aston Villa mantiene interés en Pedro Gonçalves.

Pedro Infante

IV. Boleros de película

1. “Nocturnal”, de José Sabre Marroquín, en la película Por ellas, aunque mal paguen (Juan Bustillo Oro, dir.; 1952):

2. “Las tres cosas”, de Carmelo Larrea, en Necesito dinero (Miguel Zacarías, dir.; 1952):

3. “Cien años”, de Rubén Fuentes, en Cuidado con el amor (Miguel Zacarías, dir.; 1954):

4. “Enamorada”, de Consuelo Velázquez, en A.T.M. ¡A toda máquina! (Ismael Rodríguez, dir;, 1951):

5. “Bésame mucho”, de Consuelo Velázquez, también en A.T.M:

6. “Quién será”, de Pablo Beltrán Ruiz, en Escuela de vagabundos, una suerte de bolero-mambo (Rogelio A. González, dir.; 1954):

7. “Grito prisionero”, de Gabriel Luna de la Fuente, también en Escuela de vagabundos:

8. “Contigo en la distancia”, de César Portillo de la Luz, en El mil amores (Rogelio A. González, dir.; 1954):

9. “Mi último fracaso”, de Alfredo Gil, en El inocente (Rogelio A. González, dir.; 1956):

10. “Alma”, de Chucho Monge, en La vida no vale nada (Rogelio A. González, dir.; 1955):

11. “No me platiques más”, de Vicente Garrido (1956). Sirva la edición de este video para contravenir a quienes afirman que esta canción la interpretó Infante en El inocente, no fue así, la incluyo en la lista porque es una de mis preferidas:

12. “Amor de mis amores”, de Agustín Lara, en Ansiedad; no podía Pedro no cantar a Agustín (Miguel Zacarías, dir.; 1953):

13. “La gloria eres tú”, de José Antonio Méndez, en Dos tipos de cuidado (Ismael Rodríguez, dir.; 1953):

14. “Dos almas”, de Manuel Esperón, también en Dos tipos de cuidado, un bolero a cuatro voces:

15. “Te quiero así”, de Bernardo San Cristóbal y Miguel Prado Paz, en Escuela de rateros (Rogelio A. González, dir.; 1956, estrenada en 1958):

16. “Bésame en la boca”, de Joaquín Pardavé, en Ahora soy rico (Rogelio A. González, dir.; 1952):

17. “A la orilla del mar”, de Manuel Esperón, en Pablo y Carolina (Mauricio de la Serna, dir.; 1957):

Pedro Infante

Héctor Palacio en X: @NietzscheAristo