La mujer domadora, el león y la elección judicial.

El ganador del premio Nobel de Economía de este año, James A. Robinson, ha dicho que Claudia Sheinbaum debe actuar como una domadora frente al león Donald Trump.

Domar significa dominar a un animal: sujetarlo, amansarlo y hacerlo dócil a fuerza de ejercicio y enseñanza. Hay otra definición de domar en el Diccionario de la lengua española: “Reprimir, especialmente las pasiones y las conductas desordenadas”.

Se atribuye a Lao Tse la siguiente frase: “El que domina a los otros es fuerte; el que se domina a sí mismo es poderoso”. Andrés Manuel López Obrador pudo dominar —esto es, domar— al animal políticamente salvaje llamado Donald Trump. Pero el histórico tabasqueño no logró dominarse a sí mismo. AMLO no controló su fuerza enorme, se dejó llevar por las pasiones y nos heredó una reforma al poder judicial ahora mismo imposible de aterrizar. Ese fue si no su único error, el más grande en un periodo de transformaciones muy positivas para México.

No sé si Claudia conozca a Martín Bonfil Olivera, divulgador de la ciencia de la UNAM. Podrían haberse cruzado alguna vez en los pasillos de la mayor universidad pública de México, ya que tanto la presidenta como el divulgador han trabajado en los departamentos científicos de tal institución.

Ignoro si el señor Bonfil tiene reconocimiento en los espacios académicos. De él leí un artículo que hace sentido, “Error y ciencia”. Dijo el autor que el conocimiento científico “avanza gracias al constante reconocimiento y aceptación de los errores que comete en su camino, y a los intentos por corregirlos”. Es natural que así sea, añadió, pues la ciencia es una actividad humana. Errar es humano, recordemos.

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En efecto, errare humanum est, como dijo alguno de los Sénecas, el joven o el viejo. Es mejor frase la de Cicerón: Cuiusvis hominis est errare: nullius nisi insipientis, perseverare in errore (errar es humano, solo la persona ignorante persevera en el error).

Tristemente, en política se considera una virtud no reconocer el error para no dar armas de combate a los grupos rivales. Un maestro insuperable en el arte de lograr popularidad jamás admitiendo las propias equivocaciones es el expresidente Andrés Manuel López Obrador.

Pero, a veces, el estadista, en el caso mexicano actual la estadista está obligada a hacer a un lado las exigencias de su propio partido para aceptar que hubo fallas en las políticas públicas y trabajar para corregirlas, independientemente de si se beneficia a la oposición con ello.

Por error se le bajó el presupuesto a la UNAM, lo que de inmediato se corrigió. Hizo lo correcto la presidenta Sheinbaum. Ha llegado la hora de admitir otra equivocación, de mayor tamaño: no hay manera de una implementación correcta de la reforma al poder judicial, específicamente en lo relacionado con la elección en las urnas de jueces, juezas, magistrados, magistradas, ministros y ministras.

Es verdad, la gente votó en las pasadas elecciones presidenciales, entre otras cosas, por la promesa de Morena y su candidata, Claudia Sheinbaum, de cambiar al poder judicial. Pero la reforma que se aprobó en el Senado y en la Cámara de Diputados y Diputadas estuvo lejos de ser la mejor reforma posible. ¿Es tan difícil aceptarlo?

Ya está resultando un fiasco el proceso electoral para designar a las personas juzgadoras. No hay suficientes aspirantes a los cargos en la judicatura federal, no alcanza el dinero para que el INE realice una votación con credibilidad y tampoco tiene tiempo la autoridad electoral para hacer el trabajo.

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En efecto, llegó la hora de aceptar el error y corregirlo. El INE ya pidió que no le recorten el presupuesto y, sobre todo, más tiempo para preparar la elección, lo que implica una reforma a la reforma. Al parecer, el instituto organizador de la contiende judicial no obtendrá lo que necesita para más o menos cumplir satisfactoriamente.

La gente, como hemos visto en ClaudiaMetrics, apoya la elección democrática de las personas juzgadoras. Pero esto quizá no sea viable en procesos como los diseñados para elegir integrantes de los poderes legislativo y ejecutivo. Entonces, hay que buscar opciones que garanticen la participación de la gente y que sean prácticas.

La presidenta de México, como científica que es, debe partir de la equivocación para diseñar un poder judicial que sea verdaderamente democrático y que sí funcione, aunque esto implique reformar la reforma.

No tengo duda de que Claudia domará al león Trump. Y si además, a diferencia de Andrés Manuel, ella se domina a sí misma será la estadista que México necesita para empezar a superar tantos problemas.

Un reto enorme será asegurar que al nuevo poder judicial llegue solo gente honorable y preparada en derecho, minoritariamente ligada a los partidos políticos. Sería una catástrofe ética si se diera el caso, tan temido, de que Morena, el PT y el Verde agandallaran los cargos, sobre todo los de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Basada en sus principios morales Sheinbaum domará al salvaje Trump. Para dominarse a sí misma deberá empezar por ser muy pragmática y aplicar la ingeniería política —no batallará, ella tiene una doctorado precisamente en ingeniería— para, poco a poco, eliminar del segundo piso de la 4T todo lo que estorba y corrompe, como el dirigente sindical Pedro Haces… y tanta gente sucia que se ha acercado a la izquierda mexicana.

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Un error fue aceptar tanta basura para hacer crecer al morenismo. Un error mayor será no higienizar al movimiento hoy convertido en gobierno.

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