Por: Bruno de Ayala Bellido // El yuan digital: el movimiento del dragón que podría definir la guerra comercial

El lanzamiento al mercado de este método de pago —el yuan digital— podría, y lo digo en condicional, definir la guerra comercial. Este movimiento estratégico le otorgará una mejor posición a la China de Xi Jinping cuando se den las negociaciones definitivas entre las dos principales economías del mundo. Este enroque oriental en el tablero geopolítico y geoeconómico le da a China una posición expectante y demuestra que es el único país del globo con capacidad real de hablar de tú a tú con la —aún— primera potencia mundial.

Todos sabemos la difícil situación que atraviesan los Estados Unidos: su gigantesca deuda, su tremendo déficit comercial, su paquidérmico Estado, su adicción a imprimir dólares sin freno, y el virus de la cultura woke, que, al igual que las drogas, corrompe a su juventud. Contra estos males empezó a operar Donald Trump, un cirujano poco ortodoxo que, en vez de bisturí, usa el hacha. Los aranceles —esa palabra que tanto le gusta al “hombre naranja”— más que un método de recomposición de la economía mundial, son un golpe en la mesa, un grito de autoridad, un movimiento que intenta mantener al país de Abraham Lincoln como única potencia del mundo y su moneda, el dólar, como única referencia comercial.

Y es precisamente el dólar la piedra filosofal: la razón de su fuerza y, a la vez, su mayor debilidad. Por eso los chinos atacan la moneda gringa con virulencia. Desde los acuerdos de Bretton Woods en 1944 —donde se acordó que el dólar sería la moneda de referencia comercial y se creó el FMI— hasta su consolidación en 1973 en Bruselas, Bélgica, con el establecimiento del código SWIFT para conectar cuentas bancarias de distintos países (más de 200 a la fecha), el dominio del dólar ha sido casi absoluto. En resumen, si quieres comprar o vender algo en el mundo, se usa el dólar y se transa a través de bancos afiliados al bendito código. Sin estas dos variables, eres la nada misma en el concierto internacional.

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Ya existen 16 países —10 de Asia y 6 de Medio Oriente— que están comerciando en yuanes. Tailandia ya concretó una compra de petróleo con el yuan digital. Hong Kong realizó una transferencia de prueba hacia el banco central de Abu Dabi: la operación demoró 7 segundos y ahorró más del 90 % en comisiones. Utilizando el método occidental (SWIFT), este tipo de transacciones toma entre 3 y 5 días, con la intervención de una cadena de bancos privados en el proceso. Con el yuan digital, solo intervienen los bancos centrales de reserva, sacando del juego a la banca privada. Este sistema pisa muchos callos y altera la aburrida —y protegida— banca internacional.

Describir y difundir la verdad de los hechos no nos hace prochinos. Dejemos algo en claro: China es una dictadura pura y dura, de control total. Y tal vez esa sea su ventaja frente a unos Estados Unidos encorsetados por la democracia. Trump tiene todo… menos tiempo. A fines del próximo año se celebran elecciones al Congreso. Si para esa fecha no muestra resultados concretos, su legado corre peligro. Veremos si el multimillonario devenido en presidente tiene las cartas necesarias para doblar la estrategia del dragón. Corren apuestas.

(*) Analista internacional