Chile entre China y Estados Unidos: ¿Debemos elegir?

A medida que los países inician su peregrinaje a Washington en busca de exenciones arancelarias, surge una dinámica que podría ponernos en una posición incómoda. Estados Unidos está exigiendo que reduzcan la dependencia económica y comercial con China.

Este mensaje quedó claro en una entrevista a Trump, cuando sugirió que Latinoamérica debe “elegir” entre la inversión china o la estadounidense. Aunque no existe una política formal, el mensaje es claro: si alineas tu economía demasiado con China, podrías perder acceso al mercado de norteamericano. Esta tensión también fue advertida por Vikram Mansharamani, expositor en geopolítica durante Expomin: “Chile tendrá que escoger”.

“Nuestro principio de neutralidad activa será más difícil de sostener, por lo que debemos prepararnos para presiones asimétricas, cambios en flujos de inversión y la redefinición de cadenas globales de valor”.

China, por su parte, advierte que se opondrá a cualquier acuerdo que afecte sus intereses y responderá con contramedidas. Su diplomacia oscila entre garrotes y zanahorias. Ofrece negocios, pero al sentirse amenazada, usa su poder económico. Recordemos las restricciones a productos australianos -incluido un arancel de 218% al vino- en represalia por solicitar investigar el origen del Covid.

Este enfoque hacia China goza de amplio consenso en Washington. Los aranceles de Trump se mantuvieron con Biden, lo que indica que el desacoplamiento no es un vaivén político, sino la nueva realidad. Cambian las estrategias, pero no los objetivos.

Estamos de lleno en la era de la competencia estratégica. El mundo dejó de ser unipolar y global para volverse multipolar y fragmentado. Aunque la globalización y el comercio -y con ello la interdependencia- no nacieron como herramientas de paz, sostuvieron décadas de estabilidad. Hoy, esa misma interdependencia está siendo utilizada como arma: quien controla nodos críticos -tecnologías, mercados, servicios financieros, insumos críticos- puede ejercer su poder como mecanismo de presión. Esta “arma” será aún más utilizada en las próximas décadas.

LEAR  Jacques Audiard, director de Emilia Pérez, admite que no investigó "mucho" en México para filmar la polémica película.

Para Chile, la fragmentación tiene implicaciones profundas. Nuestro principio de neutralidad activa será más difícil de sostener, por lo que debemos prepararnos para presiones asimétricas, cambios en flujos de inversión y la redefinición de cadenas globales de valor. En este nuevo escenario, Chile y otras economías deben impulsar un orden multilateral más sólido, que reconozca la autonomía estratégica y respete la neutralidad. Ningún país podrá afrontarlo solo; será clave reforzar alianzas y revitalizar espacios multilaterales para proteger reglas comunes.

Las empresas también deberán adaptarse. Incorporar un análisis geopolítico en sus estrategias ya no será una opción, sino una necesidad. La forma en que se configuran las cadenas de suministro, su financiamiento, la exposición cambiaria y la diversificación de mercados deberán evaluarse no solo con criterios económicos tradicionales, sino también con una mirada estratégica ante un entorno fragmentado y competitivo.

Chile debe actuar con pragmatismo, repensar alianzas, diversificar riesgos y fortalecer su capacidad de negociación. Tratar de mantenernos neutrales el mayor tiempo posible y en la mayor de las áreas posibles. Tenemos que evitar que esa elección nos sea impuesta. La autonomía estratégica será el activo más valioso de esta década.

Deja un comentario