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“Perdidos en la traducción”. Según Raymundo Riva Palacio, de El Financiero, así están la presidenta de México y el presidente electo de Estados Unidos. Es la explicación, dice el periodista, de que ya dos veces Claudia Sheinbaum y Donald Trump hayan dado versiones distintas de sus charlas telefónicas.
El columnista mencionado sugiere a Claudia jamás volver a hablar en inglés con Trump, es decir, expresarse en español y que traduzca alguien perfectamente calificado como intérprete profesional. No creo que el problema sea ese.
Es bastante bueno el inglés de Claudia Sheinbaum. No lo digo yo, sino varias personas perfectamente bilingües que han escuchado a Claudia expresarse en ese idioma. Donald Trump entiende lo que le conviene, así que si se enteró que brain rot es la expresión del año 2024 según Oxford, seguramente dijo en una de sus fiestas en Mar-a-Lago que está feliz porque el Oxford English Dictionary ha dicho que la palabra más bella de la lengua inglesa es arancel. Y, claro está, Elon Musk levantó su copa de champán para brindar en voz alta.
Claudia Sheinbaum, en inglés o español, tendrá que ser muy hábil para torear al más grande narcisista de la política mundial. Por cierto, en algo sí tiene razón Riva Palacio: la presidenta de México necesitará “ajustar equipo y estrategia para enfrentar lo que viene”.
Si Claudia había pensado en Marcelo Ebrard como el negociador del acuerdo comercial con Estados Unidos, el triunfo de Donald Trump obliga a reconsiderar el nombramiento. Está a tiempo las presidenta para cambiar lo que tenga que cambiar. Como dijo Keynes, si las circunstancias cambian, uno debe cambiar.
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La aplastante victoria de Trump y la derecha más conservadora estadounidense ha hecho que el mundo actual sea muy distinto al de hace apenas unos meses, cuando Sheinbaum tomó las primera decisiones sobre su equipo de trabajo. Por fortuna, la maldición Trump llegó antes de los primeros 100 días de la presidenta mexicana en el cargo, así que ella está muy a tiempo para modificar lo que deba ser modificado.
Se acercan, para Claudia Sheinbaum, los famosos primeros 100 días, invento por cierto de un presidente estadounidense, Roosevelt, quien llegó al poder cuando había una muy fuerte crisis económica. Así que debía actuar rápido, y lo hizo. En 100 días logró que el congreso aprobara 15 leyes para eliminar el pánico bancario y dar trabajo a cientos de miles de desempleados.
Hace tiempo, en SDPNoticias, difundí una charla con el politólogo Javier Treviño en la que hablamos de lo que debía hacer Claudia Sheinbaum en sus primeros 100 días. Destaco dos razones por las que este de gobierno es tan importante.
La primera:
Es el periodo ideal para presentar iniciativas legislativas relevantes, y vaya que las habido en el arranque del gobierno de Sheinbaum. Una reforma en especial ha sido importante dado el principal problema de México, el de la inseguridad, que condiciona el diálogo con el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump. Hablo de la reforma al artículo 21 constitucional que da poderes amplios a la Secretaría de Seguridad de Omar García Harfuch.
La segunda razón de la importancia de los primeros cien días:
Es un periodo también ideal para pensar con seriedad nombramientos clave que no se hicieron antes del arranque de la administración o que deberán replantearse si el contexto ha cambiado. A un mes de llegar a los 100 días, Claudia ya ha tenido tiempo para reflexionar y encontrar el mejor perfil frente al reto de negociar el tratado comercial con Estados Unidos durante el gobierno del impredecible Trump. Se ha dicho que será Marcelo Ebrard tal negociador, pero no creo que sea la mejor opción. Otro nombramiento de enorme relevancia en tal contexto es el del nuevo embajador en Estados Unidos.
Tanto quien negocie el acuerdo comercial como quien llegue a la embajada deberán ser personas de toda la confianza de la presidenta. Ebrard no cumple con este requisito: ha sido más enemigo político que aliado de Sheinbaum. Además, él es un reconocido maestro en el arte de la traición desde 1994; jamás hay que olvidar el caso Colosio. Por su parte, el actual embajador, Esteban Moctezuma —hombre de bien, político experimentado—, no ha pertenecido a numerosos equipos, pero solo recientemente al de Claudia, algo que le descalifica.
En su toma de posesión el presidente Kennedy mencionó los míticos primeros 100 días después de haber enlistado sus metas de gobierno:
“No se llevará a cabo todo esto, dijo Kennedy, en los primeros 100 días. Tampoco se llevará a cabo en los primeros 1000 días, ni en la vida de este gobierno, ni quizá siquiera en el curso de nuestra vida en este planeta. Pero empecemos”.
Kennedy
Claudia ya ha empezado y lo ha hecho de la manera correcta a juzgar por su alta aprobación en el tracking ClaudiaMetrics y también por otros hechos: (i) Harfuch, gracias a una reforma constitucional, está cumpliendo más que satisfactoriamente en el tema de la inseguridad, y (ii) pronto deberá quedar definido el equipo, ciento por ciento de Claudia, para negociar el acuerdo de libre comercio.
Se exprese en inglés o no lo haga así una presidenta que domina satisfactoriamente tal idioma, el hecho es que ella ya debe haber diseñado su estrategia y estará puntualmente lista para capotear a Trump desde que este llegue al gobierno.
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