Después de años de desilusiones y casi logros, el Milan se encuentra al borde de la gloria en la copa doméstica, con Christian Pulisic, Rafael Leao, Santiago Gimenez y Joao Felix listos para liderar a los Rossoneri hacia la final de la Coppa Italia contra el Bologna. El enfrentamiento del 14 de mayo en el Stadio Olimpico de Roma no solo ofrece la oportunidad de ganar un trofeo, sino también de poner fin simbólicamente a una larga y frustrante espera.
Este partido será una final única, decidida en tiempo reglamentario, prórroga o penales si es necesario. Pero para el Milan, esto no se trata solo de ganar un trofeo, sino de recuperar parte de su legado.
El camino de los Rossoneri hacia la final ha sido impresionante, culminando con una contundente victoria por 3-0 en el partido de vuelta de las semifinales contra su archirrival, el Inter. Ese resultado, tras un empate 1-1 en el partido de ida, les dio una victoria por un global de 4-1 y continuó su dominio sobre el Nerazzurri esta temporada. La victoria no solo fue un triunfo en términos de táctica o talento, sino también psicológico, una declaración de intenciones.
Luka Jovic lideró ese partido con un doblete, mientras que Christian Pulisic jugó un papel clave ayudando a contener la amenaza del mediocampo del Inter. Tijjani Reijnders añadió un gol al final para sellar el trato, pero fue el compromiso colectivo y el equilibrio lo que mostró un Milan capaz de controlar momentos de alta presión.
Curiosamente, han pasado más de dos décadas desde que el Milan levantó por última vez la Coppa Italia, una racha que se remonta a 2003, cuando los Rossoneri superaron a la Roma en dos partidos. A pesar de ser uno de los clubes más emblemáticos de Italia, la historia de la copa doméstica del Milan ha sido a menudo decepcionante. Los Rossoneri han ganado la Copa de Italia solo cinco veces y perdido nueve finales. Su aparición más reciente en la final, en 2018, terminó en una humillante derrota por 4-0 ante la Juventus.
Ahora, con una nueva generación de talento liderando el equipo, el equipo de Sergio Conceicao parece estar listo para cambiar esa narrativa. Jugadores como Santiago Gimenez, una presencia delantera incansable cuando está en forma, y Joao Felix, que a veces puede aportar un toque de estilo y creatividad, añaden capas a un equipo que ya incluye la velocidad e imprevisibilidad de Leao y la disciplina y versatilidad de Pulisic.
Su oponente, el Bologna, está escribiendo su propio cuento de hadas. Los Rossoblu no han aparecido en una final de la Coppa Italia desde 1974, cuando derrotaron a Palermo para ganar el trofeo por segunda vez en su historia. Su regreso a la final se selló con una victoria por un global de 5-1 sobre el Empoli, tras una victoria dominante por 3-0 en el partido de ida y un triunfo por 2-1 en el partido de vuelta.
La próxima final marcará la primera vez que Milan y Bologna se enfrenten en la final de la Coppa Italia, y añade otra capa de intriga: los dos equipos también están programados para enfrentarse en la Serie A solo días antes de la final, el fin de semana del 10 al 11 de mayo. Ese encuentro de liga podría ofrecer un adelanto, o una ventaja psicológica, de lo que está por venir en Roma.
Para el Milan, las apuestas van más allá del trofeo. Ganar la Coppa Italia garantiza la clasificación automática para la UEFA Europa League, una opción importante para un equipo que ha tenido problemas de consistencia en la liga esta temporada. Actualmente fuera de los puestos de clasificación europea en la Serie A, la final representa una oportunidad crítica para mantener al Milan en el escenario continental.