Amanecimos con la noticia de que en el mes de diciembre de 2024 se despidieron a 405 mil trabajadores de la economía formal, lo que constituye el número más alto desde hace 28 años en ese periodo.
Necesitamos una explicación de este fenómeno económico, pues coincide con el que veníamos experimentando durante el periodo neoliberal con la subcontratación, pues recordemos que, de diciembre de 2016 a diciembre de 2022, el promedio de despidos en ese mes era aproximadamente de 336,278 empleos formales.
Tal parece que la subcontratación sigue tan vigente como lo fue antes de la reforma legal que supuestamente la prohibía., y es que la simulación de regulación fue muy franca, pues en 2023 se informó que había 143,197 empresas en el REPSE, es decir, con autorización para llevar a cabo esa actividad, lo que implicaba 5 millones 53,251 trabajadores formales siguieran laborando bajo el nuevo esquema de subcontratación, según informó ese año la STPS (la cuarta parte de todos los trabajos formales del país).
Pero a los trabajadores de México les vendieron carísimo el cambio de la subcontratación, los despachos patronales cabildearon con las autoridades labores de ese momento para que a cambio de esa reforma al outsourcing se modificara el pago de utilidades en la ley, lo que trajo como consecuencia que miles de trabajadores dejarán de percibir esa prestación a partir de la reforma. Revisen la prensa de los dos últimos años, cientos de empresas en todo el país tuvieron conflictos laborales por el no pago de utilidades. Nos dijeron que no pasaría, pero fue mentira.
Si antes tenían un aliciente las empresas que usaban subcontratación para hacer despidos cada fin de año, a efecto de que el trabajador no generar antigüedad, lo cual afectaba directamente sus derechos como el pago de vacaciones, ahora es un tema más imperante para ellos, pues al haberse duplicado el número de vacaciones con la reforma a las vacaciones dignas, con mayor razón hacen estos movimientos en 2024.
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Hay una gran simulación en cuanto a las reformas laborales, sobre todo en la implementación, pues fue operada por las autoridades en contubernio con los despachos patronales y las cámaras industriales, cuando debieron haber tenido como objetivo la emancipación de los derechos de los trabajadores.
La fiesta patronal no solo continúa en la subcontratación, también la tenemos en los contratos colectivos de protección, pues actualmente el 90% de los que existen y fueron legitimados son controladas por centrales obreras con contratos blancos. Los juicios laborales en los tribunales siguen siendo una expectativa de justicia, no se logró que fuera pronta y expedita. Para colmo las cabezas de las autoridades que estuvieron involucradas repitieron en los puestos, pues la materia del trabajo no tuvo modificaciones en el gabinete. Se nota que hay muchos intereses en que todo se mueva para seguir igual.
X: @riclandero | Vladimir Ricardo Landero Aramburu. Maestro en derecho por la UNAM