Esta drástica baja refleja con nitidez cómo el entorno económico y geopolítico global, sumado a decisiones comerciales de alto impacto como la nueva guerra arancelaria impulsada por EEUU, ha permeado las expectativas del empresariado chileno.
“Desde el estallido social, el capital reputacional de las empresas ha crecido y hoy representa una plataforma para la construcción de un desarrollo económico más sostenible y resiliente. Pero para que eso ocurra, se requiere un entorno habilitante”.
El 91% del panel de negocios evaluó negativamente estas medidas. No es casual. Sectores estratégicos como la agroindustria y la salmonicultura enfrentan hoy un escenario de incertidumbre que obliga a repensar cómo nos insertamos en el comercio internacional y cómo protegemos nuestras fortalezas productivas.
Pero no todo es retroceso.
Un dato que destaca -y que suele pasar desapercibido- es el sostenido aumento de la confianza ciudadana hacia las empresas.
Desde el estallido social, este capital reputacional ha crecido y se ha consolidado. Hoy representa una plataforma desde la cual las compañías pueden jugar un rol protagónico en la construcción de un desarrollo económico más sostenible y resiliente.
Para que eso ocurra, se requiere un entorno habilitante. Certeza jurídica, simplificación regulatoria, estabilidad política y fortalecimiento de la seguridad pública son condiciones mínimas para que florezca la inversión, se proteja el empleo y se incentive la innovación.
Este escenario también nos exige elevar el estándar de la colaboración público-privada. La reciente misión de la Subsecretaría de Relaciones Exteriores a EEUU es un paso en la dirección correcta, pero no suficiente. Chile cuenta con tratados de libre comercio, el CPTPP, un acuerdo en modernización con la Unión Europea, plataformas de atracción de inversión y una comunidad empresarial que ha demostrado compromiso con la diversificación y la sostenibilidad económica.
Estamos frente a una coyuntura compleja, pero también ante una ventana de oportunidad. Ante este escenario debemos mantener y cuidar las relaciones de Estado que son estratégicas y de larga data, con una cuenta corriente comercial favorable para EEUU, la mejor defensa que podemos hacer es a través de los inversionistas americanos en Chile, de los clientes de exportadores chilenos y de los gremios. Son estos los embajadores que deben participar de las negociaciones, manteniendo el sector privado la unidad e imprimiendo el sentido de urgencia.
En un año electoral, donde las fricciones podrían paralizar decisiones clave, el diálogo transversal y las políticas públicas ágiles no son una opción: son una urgencia.
Desde Sofofa promovemos una mirada de largo plazo, apertura permanente al diálogo y decisión para actuar. Transformar la incertidumbre en impulso es posible, pero requiere liderazgo, prudencia, convicción y visión de país.