¿Continuarán hablando de García Luna o enfrentarán la realidad?

Sí, Genaro García Luna es un delincuente. Así ha sido juzgado por una corte federal sita en Brooklyn, Nueva York. El sujeto es indefendible. Si bien sus lazos con el Cártel de Sinaloa eran materia de especulación en tiempos pasados, ahora han sido confirmados. Está en prisión en Estados Unidos y allí se quedará por muchos años.

¡Enhorabuena! Sin embargo, ha llegado el momento de olvidarse del pasado y plantar cara al presente.

La presidenta Claudia Sheinbaum y la totalidad de la plantilla morenista suelen recurrir al caso del ex secretario de Felipe Calderón con el objetivo -estimo- de desviar la atención de la opinión pública. Así lo hicieron desde el momento en que el gobierno de Donald Trump acusó al mexicano de tener una complicidad intolerable con los carteles de la droga y de ofrecer “safe havens” a los capos y demás criminales.

Como si efectivamente buscasen sacudirse el golpe de Washington, pretenden volver y volver y volver al caso García Luna, como si la culpabilidad de éste les absolviese de sus propios crímenes. No, los estadounidenses no se han referido al pasado, sino al presente: a los que hoy gobiernan en México.

En otras palabras, los vínculos de los gobiernos del pasado con los carteles (probados, como he mencionado, en el caso del gobierno de Felipe Calderón) no rescata a los funcionarios y gobernadores del presente de posibles lazos criminales. Basta con echar un vistazo al pasado de Rubén Rocha, de Américo Villareal o a las acusaciones informales presentadas contra personajes como Adán Augusto López.

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Por el contrario, el caso de García Luna no ha hecho más que ampliar la posibilidad de que una red criminal que si bien involucró a funcionarios del gobierno de Calderón, ha quizás penetrado hasta lo más profundo de la estructura del Estado mexicano; trátese de un partido o del otro.

La presidenta Sheinbaum y el secretario García Harfuch lucen decididos a cambiar la estrategia de seguridad del sexenio anterior. Sin embargo, en aras de la consecución de resultados, quizás deberían dejar atrás la retórica en torno a actos que tuvieron lugar hace más de 12 años y dedicar su tiempo y recursos a desmantelar la red de corrupción que golpea, saquea y destruye la seguridad de los mexicanos.

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