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Los próximos domingos, 1 y 8 de diciembre, Chiapas y Veracruz, con los triunfos abrumadores de Morena que obtuvieron en las urnas, tomarán protesta para suceder a la todavía administración actual en ambas entidades. En este sentido, hablamos de la ratificación del mandato popular; es decir, la coalición Seguimos Haciendo Historia, por segunda vez consecutiva, ganó el ejercicio democrático en uno y otro territorio. Hoy, a unos días de oficializar esa transición, se respira un clima de efervescencia. Además de la enorme expectativa que existe, hay elementos, de forma particular, que nos hacen suponer el cambio profundo que se avecina. En Veracruz, por ejemplo, Rocío Nahle ha construido una buena relación con Claudia Sheinbaum, presidenta de México. Eso puede ser visto, en el plano sociopolítico, como un puente de acceso a proyectos y obras de gran impacto, concretamente para seguir innovando y sofisticando los mecanismos que han permitido este progreso.
En ese sentido, Roció Nahle asumirá el despacho del ejecutivo estatal. Su caso, a comparación de los demás candidatos del pasado 2 de junio, fue totalmente distinto. Ella, que vivió en carne propia la andanada, resistió firme los embates y la guerra sucia, inclusive de aquellos columnistas que comulgan con el conservadurismo. Incluso, muchos de ellos, sin fundamento, pusieron en tela de juicio la enorme ventaja que, de manera constante, le otorgaban las encuestas de mucha credibilidad. A pesar de todo ese clima, se impuso la lógica y, con ello, el abrumador triunfo que se consumó en el escrutinio público. Y no solo fue posible la victoria contundente, sino la legitimidad de la gobernadora electa. Pese a la hostilidad, Nahle ganó, de acuerdo con los datos oficiales, con más de un millón de votos de diferencia. O sea, fue un volumen preponderante que debe considerarse para el apoyo de las acciones a posteriori.
Y sí, el sur del país, en términos políticos, significó una aplanadora a favor de Morena. Con una respuesta contundente como esa, la presidenta constitucional de México, conquistó toda esa geografía. De hecho, solo perdió en Aguascalientes, y con una mínima diferencia. A lo que voy es que, aquella parte del país, nuevamente sacó la casta por el proyecto. Si revisamos las ponderaciones por distrito, ganó casi todos los puestos de elección; es decir, arrasó en los congresos locales y ayuntamientos más importantes. Eso, al final de cuentas, fue determinante para avalar los proyectos de reforma al marco constitucional que, hoy en día, han dado un giro en pro de la democracia. En esa ratificación, en efecto, arrancó cualquier esperanza de la oposición que, como tal, está prácticamente sepultada.
En Chiapas, por ejemplo, el pasado 2 de junio se vivió una intensa participación. Muchos fueron escépticos en la ventaja monumental que le otorgaban las encuestas a Eduardo Ramírez. La que más se acercó, para tal fin, adelantaba una victoria de Morena del 65 a 70%. Realmente se quedaron cortos, pues Ramírez, en el escrutinio final, rompió récord de votación y participación ciudadana. El 80% de los participantes inclinaron la balanza por él; eso equivale a más de dos terceras partes de los chiapanecos. Se notó el grandísimo efecto que generó el gobernador electo que, el próximo 8 de diciembre, tomará protesta ante el Congreso Local. De esa manera, surge una enorme estructura social que, en términos políticos, podemos denominar como la validación de uno de los principales epicentros del lopezobradorismo.
Como una muestra de apoyo, y dado el oficio político del gobernador electo de Chiapas, Eduardo Ramírez, la entidad, pionera de este gran proyecto, albergará la primera Universidad Rosario Castellanos. Es, podemos llamarlo así, como el agradecimiento de la presidenta de México por el cariño que mostraron grandes sectores de la población civil. Eso, en conjunto con Mario Delgado, lo coordinará el próximo secretario de educación, Roger Mandujano, que por cierto llega a la encomienda con muchas credenciales y como un perfil altamente calificado para llevar los procesos de enseñanza a otras latitudes de calidad, especialmente a los sectores más vulnerables. Ellos, gracias a los compromisos firmados en tiempos de campaña, serán partícipes de la edificación de estas instituciones de educación superior.
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En concreto, el 1 y 8 de diciembre, que está contemplado en la agenda legislativa de los congresos locales de Veracruz y Chiapas, atestiguarán la toma de protesta oficial de Rocío Nahle y Eduardo Ramírez. Uno y otro, por cierto, con responsabilidades mayúsculas, pero, lo más importante, llegan con grandes expectativas de cumplir las promesas que se pactaron en tiempos de campaña, en especial el apoyo irrestricto a quienes menos tienen. Eso, desde luego, es la cuarta transformación de la vida pública del país.
El INAES, que constituye una institución de apoyo a través de programas sociales, está atravesando un proceso de planeación y organización. Nos cuentan que para enero, una vez que el ejercicio presupuestal tenga un techo financiero definido, habrá de poner en marcha una serie de acciones que, a lo largo del país, fortalecerán la economía. La misma Catalina Monreal, que por cierto encajó perfectamente en esa tarea que le delegó Claudia Sheinbaum, trabaja a marchas forzadas para abrir el abanico no solamente a las oportunidades, sino el acceso de manera integral. A su vez, en efecto, habrá más mecanismos de participación, sobre todo los que tienen que ver con el emprendimiento. Siendo así, Catalina, para los meses venideros, fortalecerá ese liderazgo que, a nuestro juicio, será trascendental para las aspiraciones a cualquier puesto de elección a futuro. Ella, como tal, tiene un porvenir muy prometedor y, desde luego, un posicionamiento afianzado con la ciudadanía.
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