En vida dejó claro que su última morada sería junto a la imagen mariana que marcó su camino espiritual.
Hoy lunes, el Papa Francisco falleció en Roma a los 88 años, dejando un legado profundamente marcado por la humildad, la reforma pastoral y la cercanía con los más necesitados. Fiel a su estilo sencillo y su devoción mariana, el Sumo Pontífice no será sepultado en la Basílica de San Pedro, como lo dicta la tradición para los papas, sino en la Basílica de Santa María la Mayor, una decisión que él mismo dejó establecida en vida.
El deseo fue confirmado por el propio Francisco en su autobiografía «Esperanza», publicada en enero de 2025, donde escribió: “Cuando llegue el momento, no seré enterrado en la Basílica de San Pedro, sino en Santa María la Mayor”. Esta elección refleja su profundo amor por la Virgen, especialmente por la imagen de la Salus Populi Romani, también conocida como Nuestra Señora de las Nieves, que se conserva en ese templo desde el siglo VI.
Durante su vida, Jorge Mario Bergoglio visitaba con frecuencia la basílica cada vez que llegaba a Roma, incluso antes de convertirse en Papa. Una de sus costumbres más conocidas era acudir allí en oración antes y después de cada viaje apostólico, gesto que mantuvo hasta el final de su pontificado.
En una entrevista concedida a la cadena Televisa el 13 de diciembre de 2023, el Papa expresó: “El Vaticano es la casa de mi último servicio, no de la eternidad. Como siempre le prometí a la Virgen, ya está preparado el lugar”.
Hoy, tras su partida, su voluntad será respetada. El primer Papa latinoamericano descansará en el corazón mariano de Roma, como un testimonio final de fe, sencillez y fidelidad a la Virgen.
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