Nada de “secar el pantano”, ni de hacer a “Estados Unidos grande otra vez” (las siglas MAGA). Las elecciones para el gabinete de Donald Trump muestran que a los votantes estadounidenses les dieron puro atolito con el dedo.
Nada más hay que ver elección de personajes cómo Marco Rubio, el neconservador y anti inmigrante de origen cubano, que además de tener vínculos con el narcotráfico en Florida, fue durante largo tiempo blanco de burlas por parte de Trump y ahora aparece muy campante como parte de su gabinete.
El Departamento del Tesoro lo dirigirá el oligarca Scott Bessent, quién además de haber estado ligado a las empresas de George Soros (¡uy, que miedo!, dirán los conspiranoicos) es un amante de las políticas neoliberales.
Otros multimillonarios, o “billonarios”, como los llaman allá que serán parte de ese bodrio de gabinete son Elon Musk, dueño de empresas con serios problemas en estos momentos, cómo lo son Tesla y Twitter/X, además del reaccionario ex candidato presidencial de origen indio Vivek Ramaswamy, amante de teorías conspiratorias en redes sociales. Ambos personajes, de origen extranjero, también son antiinmigrantes, para variar.
Como Secretario de Defensa, está nominado el tal Pete Hegseth, “veterano” de las fuerzas armadas de EU, comentarista de la cadena de derecha extrema Fox News y fanático cristo-fascista, quién porta de tatuajes de los “cruzados” en el cuerpo, situación que lo ha hecho ser calificado como “extremista” aún dentro de los mismos EU.
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De la fallida elección para Fiscal General de Trump, Matt Gaetz, sería mejor no hablar. Un personaje involucrado en un extraño homicidio durante su juventud y con acusaciones de tener relaciones con menores de edad. Esta especie de Alito gringo, con adicción al Botox, fue elevado y sacrificado por el propio Trump en apenas una semana y es muestra de la degradación moral y cívica de la clase política estadounidense.
No cambiará nada en la trayectoria descendente de los Estados Unidos. Puro atole.