Estamos a punto de terminar abril, mes de las juntas de accionistas. Algunos directorios ya han renovado cargos, otros están por hacerlo. Nuevos presidentes, nuevos directores, nuevas dinámicas. Todo esto en medio de un contexto externo que no da tregua, marcado por tensiones geopolíticas, la ola de negociaciones arancelarias impulsadas por Donald Trump, incertidumbre económica y un entorno político local enfocado en las próximas elecciones, donde las luchas de poder alejan la conversación del verdadero desafío: cómo construir un propósito compartido como país y sociedad.
En las mesas de directorio se repiten las preguntas: ¿cómo proteger resultados?, ¿dónde están las oportunidades de crecimiento? Se habla de mercados, tarifas y riesgos globales. Pero pocas veces se conversa con la misma claridad sobre lo que pasa al interior de la propia sala de directorio.
Y es que, tan importante como leer bien el entorno, es cuidar la calidad de las dinámicas internas. Los cambios en las presidencias y en los asientos de director alteran equilibrios, modifican la calidad de las conversaciones y la forma en que se toman decisiones. Nuevos miembros deben entender rápidamente cómo aportar, y el equipo completo -incluido el gerente general- debe reconstituir confianza, cohesión y claridad estratégica. Porque en tiempos de incertidumbre, la relación y sintonía entre el directorio y el gerente general se vuelve un factor determinante para navegar escenarios complejos.
Hoy, más que nunca, el gobierno corporativo no es solo un ejercicio de cumplimiento, es liderazgo colectivo. Es tener la capacidad de sostener conversaciones difíciles, alinear voluntades y tomar decisiones estratégicas con sentido de urgencia y visión de largo plazo.
Todo hace pensar que vamos navegando hacia una tormenta, muchos presagian que una nueva crisis nos espera. ¿Cómo preparar a tu directorio en su conjunto para este desafío?