La escapada de Nadine | Richard Arce

La noticia de la semana es la fuga de Nadine Heredia, quien, en realidad, gobernaba el país en el primer lustro de la década pasada, porque al final Ollanta Humala, el ‘cosito’, fue decorativo. La que tomaba decisiones y llamaba a sus ministros en público, además de saltarse el protocolo para estar en primera fila, fue Nadine Heredia, y esto hasta le costó un proceso judicial por usurpación de funciones.

Pongo este antecedente para recordar lo que vivimos en el gobierno de Ollanta Humala, que supuestamente representaba el cambio y la lucha contra la corrupción en contraposición a su contendora Keiko Fujimori. Pero todo fue verso, como el eslogan de “honestidad para hacer la diferencia”, o la frase de Nadine: “Tan difícil es andar derecho”, para que al final termine su gobierno embarrado con la corrupción. Hoy es importante recordar el perjuicio ocasionado al país por el gobierno de los Humala, que se aprovecharon del discurso de izquierda cuando en realidad solo buscaban el beneficio personal.

Dicho todo esto, podemos entender la magnitud de la sentencia condenatoria a Ollanta y Nadine, que es por un caso específico previo a su gobierno: el financiamiento ilegal de campaña; los otros casos todavía siguen su conducto regular y probablemente serán condenatorios, pero es un mensaje potente a la sociedad y a los políticos en el poder.
 

Los fiscales cumplieron su trabajo e inclusive la Sala Penal que los sentenció. Con la fuga de Nadine Heredia a través de un asilo político —aprovechando las buenas migas con el Brasil y el gobierno de Lula, quien fue el que los auspició, a través de su “caja chica” que era Odebrecht, para que se les entregue esos dineros mal habidos que hoy son la razón de su sentencia—, se cierra el círculo de la corrupción y se corrobora el lavado de activos.

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Esta gente cree que está por encima de la ley y lo primero que hacen es rehuir de la justicia. Porque Nadine no es ninguna perseguida política, al contrario, está sentenciada por un delito común, que justamente condiciona el acceso a un asilo político. Lo grave es la decisión de Dina Boluarte, que con una diligencia sorprendente inmediatamente le ha entregado el salvoconducto; pero cuando verificamos quién es el abogado de Nadine y Ollanta, nos encontramos con el Dr. Juan Carlos Portugal, abogado de Dina Boluarte; entonces es fácil sospechar la triangulación que se habría dado y evidentemente es cuestionable.