Las adaptaciones cinematográficas de los premios Nobel

Dicen que la mejor forma de recordar a un genio es leyéndolo, pero yo también puede ser viendo su obra audiovisual. Una buena historia puede contarse sin problemas, no importa el medio. Mario Vargas Llosa no solo era un gigante de las letras, sino un profundo amante del séptimo arte, llegando incluso a adentrarse en el mundo detrás de las cámaras.

El peruano ganador del Premio Nobel de la Literatura y miembro de la Academia Francesa, nos dejó el pasado 13 de abril, y hoy veremos cómo sus letras llegaron a trasladarse exitosamente al mundo del séptimo arte, influyendo no solo la literatura peruana, sino también a nuestro propio cine. Y obteniendo aclamaciones, también, en el panorama internacional.  

 

Elegido miembro de la RAE en 1994, Vargas Llosa ocupó la silla L desde 1996, pronunciando su discurso de ingreso titulado Las discretas ficciones de Azorín.

 

Para las películas nacionales, llegó a conectar junto a conocidos nombres en el cine peruano como Francisco Lombardi y Luis Llosa. Pancho fue la mente detrás de La Ciudad y los Perros, en 1985, y la segunda edición de Pantaleón y las Visitadoras, en 1999. La Ciudad y los Perros fue una ácida crítica al maltrato y represión encontrada en las escuelas militares, alabada en festivales internacionales, tanto Cannes como San Sebastián. En cuanto a Pantaleón, adorada por su agudo sentido del humor y comentario, destacó, además, por ser la cinta que llevó al estrellato a Salvador del Solar.  

 

¿Sabían que el mismo Mario, también, llegó a dirigir una película? Estuvo detrás de la primera versión de ‘Pantaleón y las Visitadoras’, en 1975, pero no acabó muy orgulloso del producto final. Aún así, se admira un artista que desea expandir más allá de su arte dominado.  

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La Fiesta del Chivo, en el 2005, fue dirigida por el cineasta Luis Llosa, sobre la dictadura en la República Dominicana. Fue protagonizada por Isabella Rossellini y Tomás Milián.  

 

Y sus obras llamaron la atención de directores internacionales, como el mexicano Jorge Fons, que adaptó Los Cachorros en 1973. Es admirable que la obra de Vargas Llosa llegó a influenciar a artistas más allá de los límites peruanos.  La Ciudad y los Perros tuvo una adaptación curiosa en 1986 por parte de la Unión Soviética, llamada ‘El Jaguar’. Y La Tía Julia y el Escribidor se adaptó para audiencias estadounidenses de la mano de Jon Amiel, en la película Tune In Tomorrow, de 1990.  

La cultura peruana sigue de luto por la pérdida de un grande, un pilar de nuestro arte, de la página a la pantalla grande. 

 

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