Señor Director:
Donald Trump construyó gran parte de su popularidad con una promesa tentadora: traer de vuelta los empleos industriales que, según él, fueron “arrebatados” a los trabajadores estadounidenses por la globalización.
La verdad incómoda es que, aunque parte de la producción regrese, los empleos no lo harán. La revolución tecnológica ha cambiado las reglas del juego. Las fábricas actuales son espacios automatizados donde los robots y la inteligencia artificial han reemplazado a los obreros.
La promesa de restaurar “los empleos de antes” no solo es inviable, sino deshonesta. El verdadero drama es que, en el mejor de los casos, lo que puede regresar es la capacidad de producir, no el empleo masivo. Cada robot que ensambla un auto o algoritmo que organiza una cadena logística representa un despido silencioso.
Trump, famoso por la frase “¡estás despedido!”, podría terminar aplicándola masivamente a sus propios votantes. El desafío real es prepararnos para una economía donde el trabajo tradicional deje de ser el eje central. Mientras sigamos atrapados en nostalgias políticas, esa frase seguirá resonando con fuerza.
Juan Pablo Romero Valdés
Coordinador Centro de Emprendimiento e Innovación (CEI), Universidad Autónoma de Chile