El término “woke” proviene de una expresión en inglés que significa estar “despierto” o consciente de las desigualdades y problemas sociales, especialmente en temas de:
Raza
Género
Orientación sexual
Discapacidad, etc.
Con base en ello, el lenguaje “woke” se refiere a un estilo de comunicación que busca ser inclusivo, respetuoso y sensible hacia cuestiones relacionadas con la justicia social, los derechos humanos, y la igualdad.
El lenguaje “woke” se caracteriza por :
Promover la inclusividad: Usa términos que buscan incluir a todas las personas, evitando discriminación o exclusión. Por ejemplo:
Usar “todes” o “todxs” en español como formas inclusivas de referirse a grupos mixtos.
Usar pronombres neutros o respetar los pronombres que las personas eligen para sí mismas.
Evitar términos ofensivos: Sustituye expresiones que puedan tener connotaciones históricas o culturales negativas. Por ejemplo:
En lugar de usar “minusválido”, se prefiere “persona con discapacidad”.
Rechaza términos como “indio” y opta por “indígena” o el nombre específico del grupo étnico.
Visibilización: Busca dar protagonismo y reconocimiento a identidades históricamente invisibilizadas o marginadas. Por ejemplo:
Mencionar específicamente a mujeres, personas no binarias, y hombres en una frase, en lugar de asumir que “todos” engloba a todos los géneros.
Sensibilidad histórica: Evita frases, palabras o símbolos que puedan estar relacionados con opresión o colonialismo, reconociendo su carga histórica.
Dado que la sociedad evoluciona, el lenguaje “woke” está sujeto a una actualización constante, para incorporar nuevas formas de hablar sobre identidades, experiencias y derechos.
Pese a lo anterior, el lenguaje “woke” ha sido blanco de críticas, en especial desde algunos sectores lo ven como excesivo o restrictivo, considerándolo parte de una “corrección política” extrema.