Por: Ricardo Sánchez Serra // Trump y la mediación en Ucrania: retos y esperanzas

Desde el inicio de su gobierno, Donald Trump dejó en claro su intención de detener la guerra en Ucrania, evitando lo que muchos temían: una posible Tercera Guerra Mundial, a la que nos llevaba el presidente Biden. Su enfoque pragmático y su capacidad para manejar tensiones internacionales generaron optimismo en un momento crítico para la humanidad. Sin embargo, las recientes declaraciones de figuras clave de su administración, como JD Vance y Marco Rubio, reflejan posturas divergentes sobre el futuro de la mediación estadounidense en el conflicto.

El vicepresidente JD Vance expresó un tono esperanzador respecto al conflicto en Ucrania durante una reunión en Roma. Vance afirmó que «estamos al borde de la paz en Europa por primera vez en tres años», destacando las posibilidades reales de alcanzar un acuerdo. Subrayó la importancia de las negociaciones lideradas por Estados Unidos y aseguró que el objetivo es lograr una paz duradera. Este optimismo contrasta con las dificultades evidentes en las conversaciones, marcadas por la posición rígida de las partes y los obstáculos externos.

En cambio, el secretario de Estado Marco Rubio adoptó un enfoque diferente. En París, Rubio advirtió que Estados Unidos podría abandonar los esfuerzos de mediación si no se logran avances significativos en los próximos días. Aunque no especificó con claridad qué implicaría «pasar a otra cosa», insinuó que Washington podría reducir su participación activa y permitir que los aliados europeos lideren los esfuerzos diplomáticos. Sin embargo, es evidente que Europa difícilmente podría asumir un rol protagónico en las negociaciones. Su posición marcadamente guerrerista y su constante envío de armas a Ucrania han impedido avances sustanciales en la búsqueda de paz, consolidándola más como una parte interesada que como un mediador neutral.

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Uno de los mayores desafíos en las negociaciones es la desconfianza de Rusia hacia un alto al fuego simple. Moscú ha sido engañada en varias ocasiones, como en la promesa de no expandir la OTAN, el incumplimiento del Acuerdo de Granos y las conversaciones en Estambul. En este último caso, Rusia retiró su ejército que rodeaba Kiev para facilitar un acuerdo que finalmente no se firmó, porque Zelenski cedió a presiones anglosajonas. Además, un alto al fuego sin garantías serviría únicamente para que Ucrania se rearme, algo que Rusia no está dispuesta a permitir. Este contexto explica por qué cualquier propuesta de paz debe incluir compromisos sólidos y verificables para que sea aceptable para ambas partes.

 

Los desafíos de la mediación estadounidense

La mediación de Estados Unidos enfrenta múltiples obstáculos, muchos de ellos derivados de las acciones de Ucrania. Mientras Rusia cumplió con el acuerdo del 18 de marzo de no bombardear estaciones energéticas, Ucrania bombardeó más de 100 instalaciones energéticas rusas, un hecho que los medios occidentales han ocultado. Este tipo de acciones complica las negociaciones y refuerza la percepción de que Ucrania está dificultando el proceso de paz.

Además, la posición de algunos países europeos ha sido un obstáculo significativo. El reciente anuncio del canciller alemán sobre el envío de misiles Taurus para destruir el puente de Crimea es un ejemplo de cómo ciertos actores han optado por prolongar la guerra en lugar de facilitar un acuerdo. Estas acciones, lejos de ser diplomáticas, profundizan las divisiones y perpetúan el conflicto.

Trump, conocido por su pragmatismo y por no iniciar guerras durante su primer mandato, ha adoptado una postura crítica hacia Ucrania. En una ocasión, afirmó: «No empiezas una guerra contra alguien que es veinte veces más grande que tú y luego esperas que la gente te dé misiles». Esta declaración mostró al mundo, una vez más, que Rusia no inició la guerra, desafiando la narrativa promovida por los medios occidentales, que acrecentó la rusofobia.

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Sin embargo, la posición de Estados Unidos como mediador también ha generado recelos. Aunque Trump no impuso aranceles a Rusia, continuó enviando armas a Ucrania y extendió las sanciones anuales impuestas por Biden. Para muchos, este enfoque contradice el papel de un mediador equilibrado. Lo natural habría sido prohibir el envío de armas a Ucrania y levantar las sanciones a Rusia, fortaleciendo así la credibilidad de Estados Unidos como mediador.

A pesar de las dificultades, el optimismo de Vance ofrece una luz de esperanza en medio de la incertidumbre. Su enfoque destaca la importancia de perseverar en las negociaciones y de buscar soluciones que beneficien a todas las partes. Por otro lado, las declaraciones de Rubio reflejan la urgencia de resultados concretos y la necesidad de reevaluar la estrategia si no se logran avances significativos.

En este contexto, es fundamental que Trump, como líder pragmático, dé un ultimátum claro a Zelenski para que asuma la responsabilidad y detenga la destrucción de su país. La humanidad espera que Estados Unidos pueda encontrar un camino hacia la paz que beneficie a todas las partes involucradas. Este momento crítico requiere decisiones firmes y equilibradas, que prioricen el bienestar global y eviten que Europa perpetúe el conflicto con su enfoque guerrerista. La mediación, en este caso, no puede ser neutral si el equilibrio diplomático se ve comprometido por intereses armamentistas.

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