PT, Morena, PVEM: la alianza inevitable

La alianza, que en realidad es una relación que ha tenido solidez para sumar voluntades, es una estrategia diseñada para multiplicar adeptos a la causa de cualquier expresión. En nuestro país, sabemos, esta política se ha conformado a lo largo de muchos años para codiciados intereses, especialmente en la época de dominio del conservadurismo donde el PRIAN, valiéndose de su poder numérico en el legislativo, modificó la constitución a su antojo para privatizar y saquear al país. El mismo Calderón y Peña Nieto, que prometieron mejores condiciones para la nación, provocaron una enorme crisis económica e inestabilidad en la gobernabilidad. La última de esas hecatombes, en efecto, fue el llamado Pacto por México que terminó por convulsionar y, de paso, dejó al PRD en la orfandad por firmar acuerdos de lo que siempre criticaron.

Pero hay de alianzas a alianzas. Cuando hay una causa común, especialmente para garantizar desarrollo, educación y muchos temas ligados al progreso social, ese tipo de sociedades suele tener mucho éxito para que un proyecto avance y, de paso, tenga efectos duraderos con un programa de gobierno bien diseñado y organizado. El propio Andrés Manuel López Obrador, por la lucha que encabezó, le dio gran sentido a esa participación activa de todas las fuerzas progresistas del país. Con esa valor combativo, pero sobre todo de resistencia que no se alejaron de ese propósito de conquistar el poder institucional, AMLO, de la mano del PT, lograron consolidar una sinergia que, a la postre, está rindiendo frutos importantes.

Aunque Morena sea la fuerza más nutrida, queda claro, debemos reconocer el aporte sustancial que ha realizado el PT. Como bien sabemos, esta alianza, con un término concreto, se ha denominado Seguimos Haciendo Historia. Esa connotación, como tal, tiene un significado profundo que va más allá de la composición de unas palabras. Eso, como tal, lo ha convertido en la consagración de un movimiento que, hoy podemos decirlo así, vive su mayor apoteosis con el triunfo histórico que promedió Claudia Sheinbaum en la elección presidencial. Y con ese permanente compromiso que existe, sobre todo para sacar los temas de la agenda legislativa, la alianza, especialmente ahora, debe mostrar ante la población que la coalición será llevada al ejercicio democrático que viviremos en 2027.

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Conocemos a la perfección lo que se jugará en unos meses más. Serán, ni más ni menos, 16 gubernaturas que estarán en disputa; es decir, técnicamente la mitad del territorio nacional. Por la relevancia de algunos puntos estratégicos como Querétaro, Chihuahua y San Luis Potosí, Morena, si o si, tiene que ir en alianza con el PT y PVEM. Para que eso suceda, ha trascendido en las propias asambleas distritales del Partido del Trabajo, tiene que existir voluntad para equilibrar la balanza en la toma de decisiones. Esto generaría más interés, evidentemente, si hay propuestas de los tres partidos políticos para medirse en la encuesta interna que aplique la dirección del CEN. Una de las condicionantes, además del compromiso con la 4T, debe ser el protagonismo y la inclinación que la sociedad les manifieste. Algo parecido al cónclave que diseñó López Obrador con las llamadas corcholatas. Eso, en cierta medida, fue una jugada estratégica para garantizar la unidad y, de paso, asegurarles su participación en otro espacio que, en una definición más clara, podemos puntualizar en acuerdo o negociación.

No le conviene a Morena tomar decisiones unilaterales sin consensuar los temas con el PT y PVEM. Hay, además de ese compromiso político por la lucha democrática, una agenda legislativa que continuará. Así como se necesitan para asegurar la mayoría calificada, así es importante los votos que puedan sumar en entidades claves para el lopezobradorismo. San Luis Potosí, Chihuahua y Querétaro, sin duda, necesitarán de los porcentajes que cada partido sume por separado o, de plano, para no reducir ni fragmentar el voto. Evidentemente, será la sociedad, a través de una encuesta, la que decida a los futuros candidatos de cada una de las entidades. Eso, a la par de regular la democracia participativa, habla de flexibilizar la toma de decisiones que debe estar enfocada al equilibrio.

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Esto, en definitiva, será la primera prueba de fuego que debe superar la coalición Seguimos Haciendo Historia, sobre todo en vísperas de un proceso electoral. Si logran ponerse de acuerdo, y sale a flote el consenso y la negociación, Morena puede ganar, en una de esas, todas las gubernaturas. Es simplemente cuestión de voluntad e interés colectivo. Y como se trata de ganar y doblegar a la oposición, la izquierda, hoy más que nunca, debe signar nuevamente ese compromiso de ir en alianza. Es verdad, habrá dirigencias estatales que se inclinen por perfiles de Morena; ha pasado particularmente en Michoacán, y seguramente en muchos puntos estratégicos donde el lopezobradorismo arrasará en la elección.

Al igual que la gubernatura, otro aspecto importante, son los distritos locales y federales para seguir profundizando las políticas públicas de la cuarta transformación.

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