Recién salió de la esquina. Ahora viene la guerra contra el narcotráfico.

“En todo el mundo, en el maravilloso balance de belleza y disgusto, se encuentran cosas malas y buenas.”

RALPH WALDO EMERSON

Se dejó ver ayer mismo. Un avión militar estadounidense sobrevolando nuestro territorio. No es para echar las campanas al vuelo, pero tampoco se vale fingir demencia y menos aún decir que con ello perdemos soberanía. Tener territorios controlados por el narco, es lo que es intolerable y es lo verdaderamente carente de m soberanía.

El avión se paseó por Sinaloa y el Mar de Cortés. Es un aparato especial que captura, identifica y analiza señales de comunicación de todo tipo. También detecta radares de defensa aérea y, por si fuera poco, intercepta y decodifica comunicaciones enemigas. Trabaja con satélites en tiempo real, une información, identifica misiles y la ubicación exacta de emisores. Además cuenta con sistemas de protección contra interferencias electrónicas y ciberataques.

Una verdadera chulada que permitirá a los Estados Unidos vigilar y hacerse de nuevo conocimiento sobre dónde, cómo y qué hacen los narcotraficantes en nuestro país. Por el momento ocurrirá en la región mencionada. ¿Se internará en otros territorios controlados por el crimen organizado? Hay quien aplaude tan temprana intervención estadounidense. Mas es solo una primera etapa. Están recabando datos, si bien todo hace pensar que pronto intervendrán militarmente en el país, lo que incluirá la destrucción de sembradíos, cocinas y bases de operaciones. Si es así, ¿serán acciones únicamente dirigidas al narco o también a otros tipos de crimen organizado?

Quedó atrás eso de fingir demencia. La frontera norte se va a reforzar por parte del gobierno de México con 10 mil elementos de la Guardia Nacional. Pero aunque a Donald Trump eso le tenga sin cuidado, dicha protección fronteriza también se debiera desplegar en nuestra frontera sur para que los migrantes centroamericanos no se internen en nuestro país y no dificulten la función de la Guardia Nacional ya desplegada en el norte.

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No perdamos de foco que aquí, más allá de evitar aranceles, con todo este jaleo se trata de acabar con la delincuencia.

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Tal vez estamos ante un nuevo modelo de guerra. Esta no se da entre los gobiernos; tampoco entre poblaciones, pero sí contra un grupo que tiene poder y dinero tanto en nuestro país, como en otros. Tal vez así se entienda el nombrarles terroristas e ir contra ellos no solo en México.

De igual manera, pronto sabremos con quién el gobierno federal de EU quiere entablar relaciones de trabajo. Pues si bien es cierto que la promesa de Trump y Sheinbaum es que se enfocará en dos vertientes: seguridad y comercio, tal vez la presión de parte de su contraparte estadounidense haga que la GN de México vuelva a depender de la Secretaría de Seguridad. O bien, esta cooperación se vuelva selectiva, armando un nuevo conglomerado mexicano, que más allá de nombres o títulos, sea un grupo de élite en el cual confíen los personeros de Trump.

Sheinbaum tiene poco margen de maniobra. Al final, el tratar con Trump no es lo más complicado. Lo más difícil es el equilibrio de impulsar la economía del país, mientras al mismo tiempo mantiene la “herencia” de López Obrador y continua la insensatez de la reforma judicial. Así como sacar Pemex y la CFE a flote.

Lo dicho, es un buen inicio, ahora viene lo complicado.

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